martes, 16 de octubre de 2007

"Destellos del agua" (Faro Editorial, 1993)



Damos la palabra cuando el significado mismo de su esencia trasciende el simple molde que la contiene.
Damos la palabra y presentimos que su código identificatorio es un alfabeto individual que recrea (en un muestreo de aproximaciones) todo lo que somos, todo lo que intentamos ser.
ESENCIA-MOLDE-ALFABETO-SER, enumeración que pluraliza su raíz itinerante cuando la poesía marca su ritmo y desborda (en múltiples direcciones) el por qué de un significado.
Miguel Ángel Migliarini nos entrega hoy su palabra y todo parece contener un punto de referencia, una especie de caleidoscopio en donde sus partes van más allá de una mera formulación.
Su poesía evidencia un denodado afán por definir los entornos, un denodado afán por descubrir en un yo-interior/exterior que no puede prescindir de ese medio siglo de vida que fructifica en su medio de expresión.
Miguel parece decir “esta es mi palabra, esta es mi sangre, esta es mi voz, este es mi manojo de verdades sin máscaras” y como un raro sortilegio o enriquecida alquimia, la poesía le contesta “esta es nuestra palabra, esta es nuestra sangre, esta es nuestra voz, este es nuestro manojo de verdades sin máscaras...”
El “DESTELLO DEL AGUA”, el autor establece un sistema de prioridades que busca merodear sus preguntas (nunca ajena a todos) bosquejando, aunque desde su individualísima señal, una tangible red de interpretaciones.
Ordenar los poemas de este libro es como si en vez de un conjunto de sonidos, encontráramos un frágil y delicado retrato que denota (hasta purificarse) su contenido original. Por eso, hablar de la poesía de Miguel es hablar de una vasta delimitación de la vida y sus dones.
¿Qué más puede pedir un lector que sentirse en la misma piel del verso, en la misma vibración del sustantivo, en el mismo clamor de la metáfora, confundiéndose en una conjugación mítica de papel y hueso...? La poesía de Miguel tiene esa rara costumbre de expresar el soy en el somos, o mejor dicho, el yo del poeta en el yo de todos.
Dividido en tres secciones, el autor de “DESTELLOS DEL AGUA”, intenta una elección poética que tiende a desenmascarar la realidad que lo (nos) circunda, y en ello tal vez radique su contenido emocional más connotativo.
Muchas veces pienso que el autor aborda su menester poético con esa misma avidez que los logógrafos (primeros historiadores griegos) imponían en sus manuales al descubrir un nuevo territorio, un inexplorado pedazo de mundo.
Quizás, Miguel Ángel Migliarini (logógrafo del siglo XX) decide recorrer el camino del asombro desde unos ojos poéticos, reveladores, como si tratara de eternizar en el poema, el génesis inmarcesible de lo que ha vivido.
Sabemos que este es el primer libro de poesías del autor, y no podemos más que celebrar el acontecimiento como un augurio de efervescencias que no cesa y que espera (la poesía también) un no muy lejano balbuceo, un no muy lejano nuevo testimonio que certifique ese don que se reofrece en el verso como un sentido acto de vida.
ESENCIA-MOLDE-ALFABETO-SER: la poesía de Miguel Ángel Migliarini despunta su palabra.

Proemio,
Piero De Vicari, 1993

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“Destellos del agua” – Selección de poemas


ETERNAUTA

Para regresar yo debo irme
con palabras devoradas
y deslizarme
por las arterias del cosmos
y sus entrañas.

Diluido en el temblor gris
de la garganta
arpegios de una nave
vestida de arco iris
me llevan a la simetría del espacio.

Eternauta
deambulo por el umbral secreto
de las selvas geométricas, narrando
las historias y tragedias
perdidas en el tiempo...


VINCENT VAN GOGH

Brillantes coloridos
de trasegar sanguíneo.

Juegos nobles
de ingenua esencia.

Relámpagos
de travesuras infantiles.

Girasoles
de dinástico reflejo.

Y un hombre
prisionero de las formas
diciendo:

“quiero ir a casa”.



COLERA


¿Por qué tengo que huir sin denunciar
la demagogia impía de los escaparates?

(Caminaré hacia la tormenta)



LÁMPARA

Habitado por imágenes sin rostro
detenido el tiempo en tu girar,
me llevas en un viaje errante e infinito
como el del poeta Hölderlin.

Viajo como un hombre
que no acaba de nacer...



COMO UN ÁRBOL


Compañero inmóvil de los hombres,
memoria vegetal del universo.

Sombra secular de hojas perennes,
follaje sorprendente del misterio.

Paciente espesura hecha destino
como una secreción lánguida del tiempo.

Lúcidamente hundido en este mundo
quiero crecer
imperturbable
como un árbol
como un cedro o una higuera
como el roble de Guernica...



ESTACIONES

Poesía de Machado
árboles que amo
y evocan la inocencia,
en un oleaje de peces
que sacude mi sexo.
Milagro de la PRIMAVERA
que reverdece en mi alma.

Drama de Shakespeare,
máscaras de teatro,
sangre del bosque
de dioses y de hadas,
de un olvidado amor.
Sueño que me revela
una noche de VERANO.

Pintura de Murillo,
gris estremecido
de un desheredado joven,
barcaza que me lleva
hasta el dolor ajeno.
angustia del OTOÑO
golpeando mi mejilla.

Música de Vivaldi,
misterio de cielo iluminado
por irisados tornasoles,
es una marejada de hielo
que desnuda mis huesos.
Recuerdo que el INVIERNO
me acerca hasta la orilla.


MAREJADA


Tejo música
y me aventuro a buscar
la longitud de lo inexplicable.

Presiento
la visión oscura del destino
con la hipnótica seducción
de viajar y regresar.

Sola mi mente y nada más
dialoga con el hombre
sumergido en su secreto.

Nostálgico
me agito en las ataduras
y pienso interrogado por un zarpazo:
¿cómo habré de morir?

(La crisálida rompe su capullo
y su estallido me hace estremecer)

1 comentario:

Estrellas y Latidos dijo...

Marejada, poema estético, impecable. Nos deja una dolorosa sensación en la conciencia, mucho más allá de soledad.

Un saludo muy afectuoso, Miguel Angel.

Rebeca Montañez
Revista Estrellas Poéticas